Algo de lo cual me siento MUY ORGULLOSO.
Me estuve acordando en estos días
de aquellos en que me hicieron mi Proceso de Selección para pertenecer al
Partido Comunista de Cuba (PCC). Siendo yo miembro de la Unión de
Jóvenes Comunistas (UJC) llegué a la edad requerida para dar el siguiente
paso: El Proceso de Selección al PCC. Ya he dicho que yo era “un
joven revolucionario” *, para lo cual había sido debidamente educado y
convencido. Pero a mí nunca me gustó (ni me gusta) pertenecer a ninguna
organización ni acatar disciplinas partidistas de ningún tipo. Pertenecí a la organización
de la UJC por oportunismo político, por “estar en el pastel”. Eso en
Cuba podía abrirte caminos.
Pues bien, previa consulta
personal, empezó mi Proceso de Selección para el PCC. Claro que acepté
ser procesado, pero sinceramente, en mi fuero interno yo sabía que yo iba a
hacer todo lo posible para NO militar o pertenecer a la organización. La
UJC podía ser por un tiempo, pero el PCC podía ser para toda la
vida y eso no era para mí. Pero había que ser muy cauto y no mostrar tan
evidentemente mi NO deseo. Podían empezar a verme como un desafecto a la
Revolución, lo cual en mi no era cierto. Durante el procedimiento empezaban a
investigar tu vida por todos lados para comprobar si uno era realmente era un
verdadero revolucionario, un comunista ejemplar. También había un informe de tu
actitud durante los años en el seno de la UJC, en el Comité de Defensa
de la Revolución, CDR de tu vecindario (especie de comunidad de vecinos),
en tu vida personal, etc. Yo no tenía nada que esconder.
Entonces, por diversas causas
(ninguna grave, como tenía que ser), tuve suerte en mi empeño de NO
pertenecer al PCC. Las cosas se dieron de forma natural, sin mi esfuerzo
personal. En el informe de mi Comité de Base de la UJC se señaló,
entre otras cosas, que yo “no tenía combatividad”. Cierto. Para los
efectos eso era más importante que si yo era un buen profesional, un buen músico-trabajador,
un buen revolucionario, que sí lo era. Y en el informe del CDR de mi
edificio, cuya presidenta era miembro del PCC, se dijo que “…El
compañero NO ha participado en ningún acto de repudio del barrio…”. Cierto
también, de lo cual hoy, ME SIENTO MUY ORGULLOSO. Porque aquellos fueron
actos de repudio multitudinarios (escraches se dice en España) en el año 1980,
que se les hicieron a todos aquellos desafectos políticos con la llamada “Revolución
cubana”, que emigraron hacia EE. UU. en yates y lanchas por el pinareño puerto
de Mariel (unas 120mil personas), como consecuencia de los “Hechos de la Embajada
del Perú en La Habana”. En muchos de esos actos hubo agresiones físicas y
tiradera de huevos, piedras, destrucción de inmuebles particulares, muchas
veces en contra de los familiares que no se marchaban y se quedaban en Cuba.
Por eso nunca participé en esos actos, ni siquiera siendo miembro de la UJC.
Por lo tanto, por esos informes y por otras consideraciones de las cuales no me
acuerdo, ninguna por las cuales me tendría que avergonzar, finalmente no fui
admitido en el PCC. Me alegré mucho porque fui sincero conmigo mismo.
Conocí a muchos que por conveniencias sí hicieron todo lo posible por militar
en el PCC y lo lograron.
Después de eso estuve trabajando
en la Sinfónica Nacional de Cuba y en instituciones educacionales durante
muchos años más, sin tener ningún problema, hasta que la vida me puso en España
en el año 1991. Durante mi vida en Cuba traté de ser un trabajador ejemplar e
intenté dar mi máxima calidad como profesor, músico y solista. En 20 años de
trabajo solo falte al mismo 2 días, por enfermedad. DE ESO TAMBIÉN ME SIENTO
ORGULLOSO. Y en eso y en otras cosas, SÍ fui un verdadero “revolucionario”,
si de algo sirve a mi relato.
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