Hace unos
días asistí a una misa en una iglesia de la ciudad en donde vivo. Sabía que me
iba a encontrar con muchos amigos y compatriotas conocidos. Por eso y por la
importancia del ceremonial, me acicalé y me vestí con mis mejores ropas.
Llegué unos
minutos tarde. Así que entré en el templo y me senté en uno de los bancos para
ver y oír toda la ceremonia que, además, fue acompañada de actuaciones
musicales muy destacadas y emotivas para todos.
Al finalizar el acto religioso me acerqué a
saludar a los amigos conocidos allí presentes, que se encontraban al frente del
altar. Entre saludos, risas, besos y abrazos a algunas amigas les llamó la
atención, según ellas, mi buen estado de forma y presencia a mi edad. Yo les di
las gracias y les comenté que intentaba cuidarme un poco y que además estaba
asistiendo a un gimnasio varios días a la semana.
En eso
saltó un viejo conocido, y me dijo delante de todos:
–Pues eso
del gimnasio yo creo que es una pérdida de tiempo y de dinero, es comer mierda.
Mira, yo no voy a ningún gimnasio y mira (encogiendo la barriga) cómo estoy,
“planchao” y además he bajado de peso y ya casi no tengo diabetes.
Me lo decía
en serio.
–Concho,
mira qué bien. Me alegro mucho por ti–, respondí yo.
–Y te digo
más –siguió él–. El día de tu funeral me voy a acercar a tu féretro y te voy a
decir: Acuérdate que te lo advertí…
Yo me quedé
perplejo y solo atiné a decirle:
–Concho no,
a mi no me gustaría ir a tu funeral para decirte lo mismo. ¡Hasta luego!
Cosas que
pasan. Después algunos dicen que soy raro.
Marcos M. Valcárcel
Gregorio. Octubre 2025
Visita mis Blogs:
MÚSICA: https://percuseando.wordpress.com/
VERSOS LIBRES: https://mmvgmisversoslibres.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario