lunes, 11 de agosto de 2025

 


La Habana, Octubre de 1984.
Toqué y estrené en Cuba el Concierto para Percusión y Orquesta del compositor catalán Xavier Benguerel, en el marco del Primer Festival Internacional de Música Contemporánea de La Habana.

            Esta pobre foto es el único recuerdo que conservo del día en que estrené el Concierto para Percusión y Orquesta del compositor catalán Xavier Benguerel, por encargo y dirigido por el maestro Manuel Duchesne Cuzán, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba en el marco del Primer Festival Internacional de Música Contemporánea de La Habana, 1984.
            Creo recordar que fue la primera obra interpretada en el programa inaugural. Ese día, además, debuté como concertista solista con acompañamiento de orquesta.
            Tres meses antes el maestro Duchesne Cuzán (director principal de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba), me había dado la responsabilidad de este estreno en Cuba, bajo su batuta, y me entregó la partitura de percusión y un vinilo con la grabación creo que interpretado por Siegfried Fink. Fue toda la información que recibí.
            Todavía me preguntó por qué se me concedió ese “honor”. No era mi especialidad. Yo me consideraba más un músico de orquesta, un timpanista y no un percusionista concertista. Pero no podía decir que no porque como dije antes, se iba a estrenar en Cuba en el marco del Primer Festival Internacional de Música Contemporánea en Cuba. Supongo que sería porque yo pertenecía al Conjunto Instrumental Nuestro Tiempo dedicado a las “músicas de vanguardia” y dirigido por aquel entonces por el maestro Duchesne Cuzán.
            Bueno, para no hacer largo este escrito. Era una época en que los compositores a nivel mundial empezaban a experimentar con todo tipo de artefactos nuevos como eran, por ejemplo, las botellas colgadas y las torres de platillos que apenas se ven en la foto y cosas por el estilo, etc. En la Cuba de la época (creo que ahora menos) no teníamos tampoco las mejores condiciones materiales ni instrumentales para ese tipo de trabajos musicales. Había que inventarse los artefactos (no existía Thomann, Tam Tam ni Temu). En total, un set de 22 instrumentos. Y la música que se hacía era lo que se llamaba “la vanguardia” con todo tipo de experimentos sonoros muy poco habituales y de “esos que no se enseñaban en las escuelas”. Y al tratarse de PERCUSIÓN y PERCUSIONISTAS, los compositores se volvían locos. ¡Qué me perdonen todos esos colegas que hoy en día se dedican a esas labores! Sé que es un trabajo que estamos obligados a hacer los músicos y es muy importante para el desarrollo de la música.
            Pero aquel concierto, que estudié con respeto, con profesionalidad y con esmero, NADIE ME LO EXPLICÓ, NUNCA LO ENTENDÍ, NUNCA ME GUSTÓ y NO ME SIRVIÓ DE NADA, NI COMO EXPERIENCIA. Que me perdone el maestro Benguerel (EPD). Y miren que en aquella época toqué todo lo que pasó por Cuba y todo que se escribió en Cuba, algunas cosas muy buenas y muchas otras no tanto. Y entonces ¿POR QUÉ LO HICISTE?, se preguntarán algunos. Pues porque era una oportunidad que se me ofrecía y pensaba que profesionalmente me convenía hacerlo. Por suerte salió bastante decente al parecer. Al Festival asistió una pequeña delegación de 2 ó 3 compositores catalanes entre los que se encontraba el maestro Joan Guinjoan el cual me felicitó. El maestro Benguerel, para mi suerte, no estuvo.
            En otro escrito contaré otra anécdota relacionada con “músicas de vanguardia”.
            Para terminar. Estudié el concierto durante 3 meses, en la Sinagoga de la calle 17 y E (local en que ensayaba la Sinfónica Nacional) con un calor cubano “de peliculón”. La partitura quedó desfigurada de tantas marcas que le hice. Seguramente bajé algunas libras.     Lo toqué solo una vez en mi vida, sin penas ni glorias, y no me pagaron ni un centavo adicional a mi sueldo de la orquesta. Era un honor concedido.
            Así eran las cosas…
Marcos M. Valcárcel Gregorio, agosto 2025.

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